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Chavela Vargas. Imagen tomada de: http://ecoscotidianos.wordpress.com/2012/11/12/cien-dias-sin-chavela-vargas/

EL LLORIDO ETERNO DEL ALTIPLANO

Chavela Vargas.

"Lo que quieras de mí te lo doy, pero no te devuelvo tus besos".

Camilo Peláez P.

Publicado: 2014-04-11

Al despertarme sentí que en mi cabeza pasaban los acordes de una canción compuesta por don José Alfredo Jiménez. No me sorprendió que los acordes pertenecieran a una canción compuesta por él sino que a dichos acordes los acompañaba un bellísima interpretación. La interpretación era de Chavela Vargas y la canción era No Volveré. Pues bien, estando ya dispuesto a encontrarme con esos acordes, limpio un viejo acetato lleno de interpretaciones de Chavela y dejo que la aguja ruede sobre él. Mientras repetía y repetía la canción pensé: ¿Qué tal si escribo lo que siempre he querido leer sobre Chavela?

Chavela Vargas, costarricense de nacimiento, mexicana de corazón y española de renacimiento. Así es, Chavela nació en Costa Rica un 17 de abril. Desde pequeña tuvo comportamientos que a sus padres le resultaban extraños. Ella lloraba mientras buscaba la luna. ¿Cómo no iba a llorar mientras buscaba la luna, cuando en su primera infancia estuvo ciega? Un indio, según el testimonio de ella, fue quien la curó de su ceguera. Desde esa experiencia respetó, admiró y amó toda la cultura indígena. Pero no pasarían muchos años para que, luego de llorar mientras buscaba la luna, se marchara de su natal Costa Rica para México. Digo que es mexicana de corazón porque allí fue donde se hizo como mujer y cantante. Encontró en el país donde la muerte se celebra, un lugar donde ella podía llorar mientras buscaba la luna, pero nunca mientras cantaba una canción. Y en España ella renació, luego de haber estado por casi 20 años en silencio, realiza una gira en España la cual la llevó a que la reconocieran las generaciones que no la conocían y las que ya, volvieran a llorar con sus canciones.

Pero no vengo a hacer un recuento de la biografía de Chavela. Quiero explicar el porqué ella es, como muchas veces la llamaron “el llorido eterno del altiplano”.

De Chavela algunos sabrán que tiene el mismo apellido de la Ronca de Oro. Otros quizás no sepan quién es. Aquéllos que viven pendiente de los sucesos, sabrán que murió en el 2012 y que era una cantante mexicana. Y los que se vieron Frida sabrán que era la viejita que cantaba “todos me dicen en negro llorona, negro, pero cariñoso. Yo soy como el chile verde, llorona; picante, pero sabroso”, en las cantinas donde Frida se metía. Y ahora me asalta una duda, ¿quién era Chavela para mí?

¿Quién era Chavela Vargas para mí? Pregunta difícil de responder, porque aunque haya muerto físicamente, sigue viva. Para mí ella no murió, se fue de paseo con la pelona (muerte) como ella le decía. Si ella no murió para mí, entonces ¿quién es Chavela Vargas para mí? Para mí Chavela es todo lo que canta en las canciones compuestas por otros. Ella es sentimiento, dolor, amor y amargura. Chavela Vargas no cantaba, interpretaba. Ella no gozaba de una voz prodigiosa. Ella es desgarradora. Cuando escucho a Chavela, estoy sintiendo que las letras sangran, agonizan, pero nunca mueren. Chavela tiene la capacidad de llevarlas a ese punto límite de dejarlas agonizando, y ellas no quieren dejar de agonizar. Quieren seguir agonizando, porque con Chavela el dolor se siente bien. Sin embargo, dentro de lo agónico, con ella también se siente el amor. Ese amor que tantas veces ella profesó.

Quisiera que los que leen esta columna ya hubiesen tenido un acercamiento a Chavela; así, quizás, podrían entender lo que trato de expresar de ella. Chavela no es el tipo de cantante que podemos clasificar como bonito, incómodo o absurdo. Ella escapa de cualquier clasificación. Para que entiendan más o menos lo que es Chavela para mí, debo decirles que ella conoció los confines del infierno para poder hacernos sentir ese cielo de su voz.

Decía muchas veces ella que nosotros sabíamos que estábamos enfermos, porque sabemos lo que es estar aliviado. Eso sucede con ella. Nos lleva por todos esos estados de dolor, amor, sentimiento y amargura, porque ella misma es quien nos hace conocer esos estados.

¿Y por qué el llorido eterno del altiplano? Pues bien, con Chavela no escuchamos una canción y nos olvidamos por completo de ella luego de escucharla. Con Chavela hay un eco, pero ese eco está construido por el llanto de ella. El eco nos lleva a una eternidad donde su llanto en quien nos acompaña. Ese llanto no nos deja pasar a otro llanto, sin antes haber sentido en su totalidad el primero. El eco de sus canciones y el llanto de su voz nos persigue, haciéndonos sentir todos los estados que ella siente en cada canción, y aunque unos nos hacen sentir más dolor y amargura que amor y sentimiento, debo decirles que ¡qué bien se siente!


Escrito por

Camilo Peláez

Universitario. Poco que decir, mucho que escuchar. Contacto: pelaez.camilo96@gmail.com


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